Gaceta Científica
Diagnóstico y tratamiento de la hipertensión resistente
La hipertensión resistente es una afección en la que los niveles de presión arterial permanecen elevados por encima del objetivo a pesar de los cambios en el estilo de vida y el uso simultáneo de al menos tres agentes antihipertensivos, incluido un bloqueador de los canales de calcio (BCC) de acción prolongada, un bloqueador del sistema renina-angiotensina (inhibidor de la ECA o bloqueador del receptor de angiotensina) y un diurético.
Para ser diagnosticado como hipertensión resistente, se requiere mantener el cumplimiento del tratamiento junto con la confirmación de los niveles de presión arterial por encima del objetivo mediante mediciones de presión arterial fuera del consultorio y la exclusión de causas secundarias de hipertensión.
Los puntos clave de manejo de esta afección incluyen cambios en el estilo de vida, como la reducción de la ingesta de sodio y alcohol, la actividad física regular, la pérdida de peso y la interrupción de sustancias que pueden interferir con el control de la presión arterial.
También se recomienda racionalizar el tratamiento actual, incluido el tratamiento combinado con una sola pastilla, en el que los fármacos antihipertensivos deben administrarse en la dosis máxima tolerada.
Se recomienda además que los medicamentos actuales se reemplacen con un régimen de tratamiento más apropiado y menos difícil según la edad, el origen étnico, las comorbilidades y el riesgo de interacciones entre medicamentos del paciente.
La cuarta línea de tratamiento para pacientes con hipertensión resistente debe incluir antagonistas de los receptores de mineralocorticoides como la espironolactona, como se demostró en el ensayo PATHWAY-2 y en los metanálisis.
Las alternativas a la espironolactona incluyen amilorida, doxazosina, eplerenona, clonidina y betabloqueantes, así como cualquier otro fármaco antihipertensivo que aún no se utilice.
Los nuevos enfoques que se están investigando son los antagonistas selectivos de los receptores de mineralocorticoides no esteroideos, como la finerenona, la esaxerenona y la ocedurenona, los inhibidores selectivos de la aldosterona sintasa, como el baxdrostat, y el antagonista dual de la endotelina, el aprocitentán.
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