Revista Málaga 157

Prevención primaria en las drogas

  • 19.10.2021

El Dr. José Rosado Ruiz nos acerca en cada número de la revista Málaga a las adicciones desde un punto de vista muy personal pero basado en la experiencia que ha adquirido a lo largo de su trayectoria profesional con sus pacientes.

Dr. José Rosado Ruiz*

Nuestra realidad emocional es el escenario interior donde estamos todo el día:  nos señala una calidad de vida que se encuentra condicionada no tanto por lo que nos sucede sino por la interpretación que hacemos de esos acontecimientos, que se encuentra orientada por los valores, creencias o ideas existenciales de la persona.

La neuropsicología confirma que en este territorio afectivo se concentran las etiologías de las enfermedades, y afirma la necesidad de contemplar, cuidar y sanear nuestros movimientos emocionales pues, teniendo la capacidad de consolidar un escenario de paz, armonía y equilibrio del organismo, garantizan el estado de bienestar y salud.

Precisa cómo las emociones positivas, que son las que respetan y fortalecen el anterior escenario, son factores de salud, y las emociones negativas que alteran y desencadenan funcionamientos patológicos, se valoran como factores precipitantes de la enfermedad: “las alteraciones desordenadas del ánimo son causa de graves y peligrosas patologías”.

En el listado de “emociones negativas” se colocan la ambición, ira, odio, gula, envidia, violencia, lujuria, avaricia, soberbia…  y la sociedad ha organizado respuestas a todos ellos, imponiendo una dictadura bioquímica: la solución es el consumo de fármacos que esclavizan a las personas… y la hacen fácilmente manipulables.

Lo anterior también se encuentra “explicado” en el catecismo de la Iglesia  que, señalando los movimientos emocionales que son letales para la salud física, psíquica y espiritual, representan barreras para la felicidad.

De una manera simple y directa, enuncia esas emociones que son “errores capitales”, pero indicando específicos abordajes terapéuticos (contra la soberbia, humildad; contra avaricia largueza …)  asociados a orientaciones conductuales y cognitivos que ofrecen las obras de misericordia espirituales y corporales, y unas bienaventuranzas que definen condiciones y argumentos para superar con eficacia las dificultades, que se convierten en oportunidades para fortalecer su integración interior, conformando un tratado práctico y profundo de “piscología experimental” que, superando los limites biológicos, orienta hacia dimensiones profundas en las que la felicidad deja de ser una añoranza.

Al menos así lo han evidenciado las personas que han trabajado para no cometer estos” errores” y que han dejado la huella de una vida plena en que una felicidad íntima, sólida, no condicionada por nada ni por nadie, le han hecho dignos de admiración y cariño por los que le rodeaban, y muchas otras seducidas y estimuladas por su ejemplo han seguido esa misma ruta.

Para el cerebro de nuestros niños que se encuentran en su  “su noviciado existencial” representa el mejor instrumento terapéutico que podemos ofrecerles porque  sus indicaciones breves, sencillas, claras, directas y ausente de  elaboraciones retóricas, encuentran un cerebro limpio, y con sus “razones seminales” iniciando su  actividad y desarrollo, y que al ser progresivamente  aprehendidas, “crean un cableado neuronal específico para consolidar una estructura armónica, equilibrada e integrada” que representa el terreno abonado para descubrir su dimensión espiritual y tomar conciencia de su filiación divina que le hará gozar de inefables plenitudes.

Nuestros hijos tienen el derecho de conocer estos recursos terapéuticos y nosotros la obligación de informar de ellos.

 

*Licenciado en Medicina y Cirugía por la Facultad de Medicina de Granada. Especialista en Anestesiología y Reanimación. Acreditado en Adicciones. Miembro del Comité de Expertos que elaboró el Plan Andaluz de Drogas (1985). Director del Centro Provincial de Drogodependencia de Málaga (1986-1996). Colaborador de la Revista Málaga.

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