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¿Por qué los médicos hacemos huelga?

  • 03.12.2025

Reproducimos, por su interés para la colegiación, la reflexión del presidente del Colegio de Médicos de Málaga, Dr. Pedro J. Navarro, publicada en La Tribuna de diario SUR en la que explica los motivos por los que los médicos se están movilizando. La próxima semana hay prevista jornada de huelga los días 9, 10, 11 y 12 de diciembre. El Colegio de Médicos de Málaga apoya las movilizaciones.

Para la mayoría de los médicos resulta incómodo hacer huelga. No encontramos satisfacción en paralizar nuestra actividad ni nos sentimos orgullos por dejar de atender a nuestros pacientes, aunque sea de manera temporal y siempre garantizando los servicios esenciales. Hacer huelga va en contra de nuestra manera de entender la profesión y del compromiso ético que asumimos al entrar en una consulta por primera vez. Por eso, cuando los médicos decidimos movilizarnos es porque no queda más remedio. Y en esta ocasión, lamentablemente, no lo hay.

El motivo de esta huelga no es salarial, ni es una reivindicación corporativista, ni responde a intereses ocultos. El motivo es claro: el rechazo unánime de la profesión médica al borrador del nuevo Estatuto Marco presentado por el Ministerio de Sanidad. Llevábamos mucho tiempo esperando un nuevo Estatuto y, sin embargo, cuando ha llegado nos hemos llevado una gran decepción. Después de años reclamando una actualización normativa que por fin reconociera la realidad del trabajo médico, nos encontramos con un documento que ningunea a los facultativos, que ignora nuestras responsabilidades y que pasa por alto los problemas estructurales que arrastramos desde hace décadas.

Los médicos no pedimos privilegios. Pedimos que se nos escuche. Pedimos que se entienda que nuestro trabajo exige un marco propio, diferenciado y adaptado a la naturaleza de nuestras responsabilidades y competencias. Y pedimos algo tan simple y tan justo como poder ejercer la medicina con dignidad.

Un Estatuto específico para la profesión médica no es un capricho. Es una necesidad. Un marco propio permitiría introducir medidas imprescindibles para retener el talento, especialmente el talento joven. Medidas que protejan frente a las agresiones, un fenómeno lamentablemente en aumento que genera ansiedad, miedo y desgaste emocional en quienes dedicamos nuestra vida a cuidar de los demás. Medidas que contemplen la conciliación, porque los médicos también somos madres, padres, hijos y cuidadores. Medidas que regulen unas jornadas y unas guardias que hoy comprometen nuestra salud física y mental, y que además siguen sin reconocerse como tiempo cotizado.

Todo esto debería haber sido el corazón de ese Estatuto tan esperado. Sin embargo, el borrador presentado por el Ministerio de Sanidad está lejos de reflejar esa realidad. Más bien la oculta. Y lo que no se nombra, no existe.

Los médicos estamos cansados de que se confunda vocación con explotación, de que se dé por hecho que aceptaremos cualquier condición laboral, por injusta o desproporcionada que sea, porque “hemos nacido para esto”. Esa visión romántica, casi idealizada, de la profesión sirve a veces para justificar precariedades que en ningún otro ámbito serían toleradas. Pero la vocación por sí sola no sostiene un sistema sanitario moderno ni garantiza la calidad asistencial. La vocación no sustituye al descanso, ni paga unas retribuciones escasas, ni compensa una consulta saturada en la que es imposible dedicar el tiempo que cada paciente necesita.

Y aquí quiero detenerme en un punto crucial: el futuro de los médicos jóvenes. Nuestros residentes y especialistas recién formados viven un panorama desalentador, con precariedad laboral, contratos encadenados, ausencia de estabilidad, falta de oportunidades de investigación y escasas posibilidades de crecer profesionalmente. Son médicos extraordinariamente preparados, formados con enorme esfuerzo personal y colectivo, y aun así se encuentran ante una medicina sin horizonte: sin esperanza, sin incentivo, sin proyecto. No es extraño que muchos opten por marcharse. Es doloroso, pero comprensible. Y cada médico que se va, es un fracaso de todos.

En Málaga, como en el resto de España, los médicos llevamos años alertando del deterioro del sistema. Consultas atestadas, listas de espera interminables, agendas imposibles y saturación permanente. Y, sin embargo, seguimos atendiendo; seguimos adelante. Porque tenemos pacientes, nombres, historias y personas. Nuestro compromiso es real pero no puede ser utilizado para justificar el inmovilismo.

Por eso, desde el Colegio de Médicos de Málaga, apoyamos de manera firme y clara estas movilizaciones. Lo hacemos porque las reivindicaciones son legítimas, porque responden al sentir mayoritario de los facultativos, y porque creemos que este es un punto de inflexión que no podemos dejar pasar. Y en esta andadura vamos de la mano del Sindicato Médico de Málaga, con quien compartimos un objetivo común: defender un modelo de ejercicio profesional digno, seguro y sostenible.

No buscamos el conflicto. Buscamos soluciones. Queremos sentarnos a dialogar, a construir, a proponer. Queremos participar en un Estatuto que de verdad reconozca la especificidad de nuestra función y que nos permita mirar al futuro con ilusión y no con preocupación. Pero para eso, necesitamos un interlocutor que quiera escuchar y que no reduzca nuestras demandas a un problema menor o secundario. No lo son.

Las personas que estarán en huelga la semana que viene son las mismas que después volverán a sus consultas a cuidar de ustedes, de sus familias, de sus hijos y de sus mayores. Son los que sostienen, con esfuerzo y muchas veces con sacrificio personal, un sistema sanitario del que todos nos sentimos orgullosos. Por eso pedimos comprensión a la ciudadanía. Pedimos que entiendan que esta huelga no es contra ustedes sino por ustedes. Por una medicina mejor, más humana, más segura, más justa y de máxima calidad.

Sin médicos cuidados no puede haber pacientes bien atendidos. Y esa es la verdad que este Estatuto debería haber puesto en el centro. El Ministerio de Sanidad aún está a tiempo de hacerlo. Con diálogo, con responsabilidad y con voluntad real de cambio.

Los médicos no queremos estar en la calle; queremos estar en nuestras consultas. Pero queremos hacerlo con dignidad. Y eso es lo que estamos defendiendo.

 

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