Revista Málaga 158
Se publicó en 1933: «Un caso de monstruo derodimo»
"Una vez fuera, sale ya sin dificultad y de modo súbito, otra cabeza exactamente igual a la anterior, quedando todos (yo el primero) atónitos y perplejos, ante la presencia del monstruo derodimo”
El Doctor Joaquín Serratosa narra en primera persona su experiencia durante un parto en 1931, lo que parecía un caso de hidrocefalia se convirtió finalmente en un extrañísimo caso de monstruo derodimo, que apareció reflejado en las páginas de la revista médica de Málaga hace 88 años.
En nuestro primer “viaje a través del tiempo y de la
s páginas” de nuestra centenaria revista nos vamos a trasladar casi 90 años atrás hasta marzo de 1933, fecha en la que la Revista Médica de Málaga en su sección científica recogía un curioso caso que se había producido a mediados de noviembre de 1931 en Ronda, se trata de un caso de monstruo derodimo que expone en las páginas de la revista el tocólogo municipal de la ciudad del Tajo, Dr. Joaquín Serratosa Ballesteros.
El Doctor Serratosa, natural de Carratraca y a la sazón colegiado con el número 1 en el Commalaga por el distrito de Ronda, donde ejercía desde 1910 año en el que se licenció
en la Universidad de Granada.
Refiere D. Joaquín que es requerido alrededor de las 11 de la noche del 16 de noviembre de 1931 para asistir a una señora que estaba de parto y la comadre aseguraba que no venía bien, se trata de una mujer de 28 años, sana, y que se trata de su cuarto alumbramiento. Tras explicar todos los esfuerzos realizados para poder llevar a buen término el parto y como se va complicando la situación hasta que el feto presenta evidentes signos de muerte, la preocupación del Dr. Serratosa pasa entonces por salvar la vida de la madre causándole el menor daño posible. Tras las consiguientes trac
ciones y ante la sospecha de que puede tratarse de un caso de hidrocefalia el Dr. Serratosa intenta realizar una “punción evacuadora por el agujero occipital” algo que le fue del todo imposible.
Tras las vicisitudes que relata D. Joaquín en su artículo llega la sorpresa mayúscula: «(…) durante una de las fuertes tracciones hacia adelante se me desprende la cabeza (…) y una vez fuera, sale ya sin dificultad y de modo súbito, otra cabeza exactamente igual a la anterior, quedando todos (yo el primero) atónitos y perplejos, ante la presencia del monstruo derodimo”.
Al Dr. Serratosa le quedaba el consuelo de haber salvado la vida de la parturienta, que abandonó el lecho a los ocho días y en excelente estado. Sin embargo, se refiere a la duración del parto de la siguiente manera: “Tiempo invertido en la intervención, unos tres cuartos de hora, que ciertamente, parecieron tres cuartos de siglo, dados los sufrimientos, trabajos, inquietudes y desasosiegos que todos experimentamos”.
En cuanto a la posible supervive
ncia del feto a posteriori afirma “(…) libraba a aquella santa y buena familia del constante sufrimiento que hubiera supuesto para todos, incluso para él, la vida del mismo, cosa que creo, dentro de lo posible y hasta de lo probable, de no haber sido por un parto tan prolongado y dificultoso”.
Gracias a la colaboración de la familia se pudo realizar la autopsia que practicaron el propio Dr. Serratosa y el Dr. Rafael Gutiérrez del Álamo en la que pormenorizan los detalles del recién nacido.
D. Joaquín comenta la dificultad de haber diagnosticado este caso a pesar de haber hecho un reconocimiento a la embarazada días antes del parto, el diagnostico a buen seguro h
ubiera sido embarazo gemelar al contar el derodimo con dos cabezas y dos espinas dorsales y tras llegar a la conclusión de que de no haber fallecido el bebé durante el parto hubiera sido del todo imposible extraerlo, con consecuencias fatales para la madre.
El Dr. Serratosa finaliza su artículo con una fina autocrítica: “Una consecuencia práctica, se destaca por las varias que pueden deducirse del caso referido, cual es, la facilidad de equivocarse en el pronostico, por claro y diáfano que parezca el caso y la conveniencia por consiguiente, de no hacer afirmaciones rotundas y firmes, aun cuando uno esté plenamente convencido”.
Este curiosísimo artículo está fecha
do en Ronda a 10 de Abril de 1933 apareciendo en el número 102 de la Revista Médica de Málaga y si quiere leer el original puede hacerlo accediendo al enlace que aparece a continuación.