En el número 2 de 2021 del boletín del Centro Andaluz de Documentación e Información sobre Medicamentos (CADIME) se publica un artículo con recomendaciones para los médicos prescriptores sobre un tema de plena actualidad.

Los fármacos anticolinérgicos son aquellos que antagonizan los efectos de la acetilcolina, al inhibir de forma competitiva los receptores colinérgicos (preferentemente muscarínicos), en el sistema nervioso central (SNC) y periférico.

Estos fármacos se prescriben para una gran variedad de situaciones clínicas como: incontinencia urinaria, vejiga hiperactiva, asma, enfermedad de Parkinson, depresión, náuseas y vómitos, trastornos psicóticos, alergias, intestino irritable, EPOC y algunas enfermedades oculares.

En algunos casos se emplean específicamente por su efecto anticolinérgico (p.ej. en incontinencia urinaria), pero en otros, su actividad anticolinérgica no está relacionada con la acción terapéutica principal (p.ej. antidepresivos y opioides).

Se estima que en el mercado existen más de 100 principios activos con actividad anticolinérgica, muchos de los cuales pueden adquirirse sin receta médica (p.ej. doxilamina: Dormidina®, Soñodor®), por lo que forman parte de la automedicación de los pacientes.

También hay productos dietéticos y plantas medicinales que pueden presentar actividad anticolinérgica, sobre los que la información es muy escasa.

El uso de fármacos anticolinérgicos se ha relacionado con la multimorbilidad, la polimedicación, ser mujer o vivir en un centro sociosanitario; siendo muy utilizados en personas de edad avanzada, que suelen presentar enfermedades crónicas y fragilidad.

Estudios epidemiológicos muestran que aproximadamente el 50% de las personas mayores toma al menos un medicamento con posible actividad anticolinérgica; que 1 de cada 5 ancianos institucionalizados con demencia toma este tipo de fármacos y que 1 de cada 3 personas que acude a consulta por pérdida de memoria, toma algún fármaco anticolinérgico y muestra mayor tendencia al deterioro cognitivo.

Según otros datos, entre el 33% y 50% de los medicamentos que toman las personas de edad avanzada tienen actividad anticolinérgica.

El objetivo de este artículo es aportar información sobre: la utilización de los fármacos con actividad anticolinérgica en pacientes de edad avanzada, los efectos adversos asociados a su uso y el concepto de carga anticolinérgica. Así como, presentar recomendaciones, herramientas, estrategias y opciones terapéuticas alternativas, que ayuden a reducir la carga anticolinérgica, minimizar los riesgos asociados y, en definitiva, mejorar la seguridad de los pacientes expuestos.

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