Revista Málaga 160

Entrevista a Salvador Jiménez, paciente amputado: «Hay dolor y aprendizaje para aprender a caminar»

  • 14.07.2023

Salvador Jiménez se sube todas las noches a unos de los camiones de recogida de residuos urbanos del Ayuntamiento de Marbella, donde trabaja. A sus 47 años, este coíno se ha acostumbrado al turno nocturno e incluso sonríe al contarlo porque le permite aprovechar las mañanas en lo que le gusta: pasar tiempo con su familia, cuidar de su huerto, hacer voluntariado y practicar deporte.
En 1997 le diagnosticaron un osteosarcoma y después de la quimioterapia le extirparon el tumor. Lejos de terminar con el proceso, pasó una década encadenando una infección tras otra. En esos diez años se sometió a 15 intervenciones quirúrgicas. Finalmente tuvo que tomar una drástica decisión: aceptar que le amputaron la pierna. Aquella decisión fue el comienzo de una nueva vida repleta de esfuerzo, salud y felicidad.

Rebeca García-Miña

A nivel emocional, ¿cómo se vive un proceso como el suyo?

Es muy duro sobre todo cuando te dicen el diagnóstico con 21 años. Afrontarlo es muy duro.  La primera reacción es de tirar la toalla; no seguir. Recuerdo cuando me iban a administrar la primera bolsa de quimioterapia le die a la enfermera que no me la pusiera, que si me iba a morir no quería pasar por ese proceso., que me dejara tranquilo. La enfermera me dijo que tenía que luchar y, a partir de ese día, decidí que lo que dependiera de mí lo iba a hacer al 100% y bien… aquí estamos (sonríe).

Finamente su enfermedad le tuvo diez años con problemas de movilidad y 15 intervenciones quirúrgicas, ¿el deporte le ha ayudado?

El deporte vino después de la amputación. Lo que me ayudó al principio fue la familia, los médicos que me trataron y fueron muy cercanos. Fui paciente de la Dra. Elvira Montañez que para mí es como una madre. Le tengo mucho aprecio e incluso estuvo en la comunión de mi primera hija. La primera intervención la realizaron los hermanos Queipo de Llano en el Clínico -su hospital de referencia-. Posteriormente, en rehabilitación tuve la primera complicación y fue cuando la Dra. Montañez empezó a verme y he continuado siempre con ella. Nada más verla entrar por la puerta de la habitación te alegraba el día. Ella luchó por la pierna más que yo o más pero recuerdo el día que fue a amputarme la pierna bromeé con ella diciéndole que me dejara un buen muñón que aguante bien que ahora era cuando va a empezar lo bueno… y a ella se le saltaban las lágrimas.

¿Cómo se vive con una pierna menos a nivel psicológico y físico?

Hay dolor y hay un aprendizaje para aprender a caminar. Recuerdo que la primera vez que Elvira -por la doctora Montañez- me puso en contacto con la Dra. Adela Gómez, médico rehabilitadora de amputados en el Hospital Marítimo de Torremolinos; cuando fui allí antes de la amputación observé que no había nadie joven. Todo eran personas mayores.  Había un par de abueletes haciendo rehabilitación y decidí posponer la operación. Estuve seis o siete más yendo a trabajar con bastones sin querer la amputación porque no sabía qué calidad de vida iba a tener. Hoy día hay muchas redes sociales y vídeos de personas contando su experiencia pero hace 14 ó 15 años no había tanta. Fue una decisión dura y después hubo que adaptarse pero la verdad que muy bien. Me lo tomé con mucho ánimo y cuando me pusieron la prótesis pensaba que no iba a caminar sin bastones porque era una prótesis muy básica. Antiguamente el catálogo protésico estaba muy obsoleto. Conseguí andar sin bastones con ella pero era muy limitada a la hora de bajar escaleras o una rampa. Era como una bisagra pero aun así volví a caminar y me incorporé a mi puesto de trabajo en un tiempo récord. Me amputaron en diciembre de 2007 y en Semana Santa de 2008 volvía a trabajar. Me lo tomé muy en serio. Hacia la rehabilitación del Hospital y luego en casa la repetía dos veces al día.

¿Cuándo empieza a practicar deporte?

Empecé un año después de la amputación con la bicicleta pero de forma esporádica. Caminar no podía porque me cansaba mucho y sufría dolores. Poco a poco comencé a practicar más e iba cambiando de prótesis según mis necesidades.

¿Cómo se solicita una prótesis nueva? ¿Cuál es el procedimiento?

Normalmente están cubiertas al 100% por la seguridad social. Al principio eran muy básicas. Tenían un coste de 3200 euros y solamente la rodilla -sólo la rodilla, enfatiza- que utilizo cuesta 4000 y 5000 euros para poder mejorar la prótesis con lo que, como yo digo, tenía que pagar para seguir caminando porque el importe que no cubre la sanidad pública lo costeo de mi bolsillo, sin cobrar ningún tipo de prestación porque no cobro subsidio alguno. Nada más que mi sueldo, como cualquier trabajador. Hemos estado luchando mucho y sí es verdad que a día de hoy se ha actualizado el catálogo protésico y ya están recentando en la seguridad social prótesis de última generación, electrónicas, que tienen un microprocesador. Hay un protocolo establecido para poder optar a ellas pero por lo menos esa ventana está ahí.

¿Alguna vez se ha planteado dejar de trabajar?

Nunca. Es más, el médico del Ayuntamiento me llamó unos días después de la amputación porque en el parte de baja laboral especificaba que era por amputación femoral. Insistí en que quedara constancia para que supiera el motivo de la baja ya que iba a ser una baja larga. El médico me llamó sorprendido por si había sufrido algún tipo de accidente repentino. Le dijo que no, que era una intervención programada y me dijo que cómo podía ser si había estado trabajando hasta el día anterior de la operación. Y así fue. Estuve trabajando hasta el día antes.

Después, cuando me incorporé a mi puesto de trabajo el médico me quiso hacer una adecuación al puesto de trabajo. Por aquel entonces yo trabajaba en la oficina y le dije que no era necesario porque mi puesto es de conductor y los camiones de la empresa tienen cambio automático y no era necesario. Desde 2016 he vuelto a conducir el camión.

En febrero de este año (2023), después de varios años entrenando con la bicicleta, participó en el II Reto Solidario contra el Cáncer consiguiendo 18 647 euros para la Asociación Española Contra el Cáncer de Coín, de la que es colaborador habitual.  El reto consistió en recorrer en bicicleta 224 kilómetros por toda la provincia de Málaga. Me llama la atención que lo realizó sin la prótesis…

Sí, el Reto lo hice pedaleando con una sola pierna. Hace años empecé a entrenar con la prótesis pero cuando alcancé cierto nivel, comencé a participar en campeonatos nacionales. Cuando llegué a la competición deportiva me llevé un chasco porque para participar en la categoría que mejor se adapta a mi capacidad no puedo utilizar la prótesis por las características de las categorías del deporte adaptado, que tiene su parte oscura porque me obliga a competir con personas con discapacidades diferentes a la mía pero que tienen dos piernas cuando yo sólo tengo una. El año pasado fui subcampeón de España de ciclismo y de duatlón (bicicleta y correr). Para correr me pongo la prótesis. También he sido campeón de Europa y de Andalucía y todos los años me propongo un reto deportivo.

Salvador, ¿no para, verdad?

Desde que empecé no paro y voy a más. Tengo que intentar aprender a relajarme un poco, a parar, porque tengo que compaginarlo con trabajo, familia y los eventos en los que participo con Ottobock, que me patrocina; gracias a ellos tengo una prótesis electrónica de última generación. La utilizo para caminar y también tengo una para correr y otra para la bici. Tengo tres en total. Lo bueno de las prótesis es que hay mucha variedad aunque no hay una que sirva para todo. Con esta empresa también acudo a ferias y a congresos médicos en los que explico los beneficios del deporte en las personas amputadas. Por ejemplo, el deporte me ayuda muchísimo a calmar los dolores fantasma, incluso más que los fármacos. Cuando me duele me monto en la bici y se me pasa.

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