Revista Málaga 160

Luciano Ceballos, el Doctor Sonrisas

  • 19.06.2023

Luciano Ceballos Liñán es un otorrino formado en la segunda promoción de la Facultad de Medicina de Málaga. Comenzó en cooperación internacional en Guinea Ecuatorial a principios de los 80. Posteriormente ejerció en la sanidad pública, sobre todo en el pabellón infantil del Hospital Regional Universitario (HRU) de Málaga durante 34 años, durante los que regresó en tres ocasiones más a Guinea Ecuatorial como cooperante. Está jubilado desde 2017 y es socio fundador de la ONG Unamia. Lo entrevistamos recién aterrizado de su última campaña de cooperación en Bangladesh.

Dra. Lola Luque

Directora de la Escuela de Voluntariado y Cooperación del Colegio de Médicos de Málaga

Luciano, ¿Cómo te encuentras?

Buenas tardes. Todavía con jetlag, físico y emocional. De estas intensas campañas no se regresa fácilmente. Han sido 13 días, casi 150 cirugías y 700 consultas, entre dos cirujanos, dos otorrinos y dos anestesiólogos. Una parte de mí aún no ha vuelto; probablemente ya no volverá, se quedará allí. Cansado y feliz. La he disfrutado tanto que me pusieron como apodo “Dr. Sonrisas”. Por cierto, esta campaña la he realizado gracias a que la Escuela de Voluntariado y Cooperación del Colegio me puso en contacto con el Dr. Carlos Vara, coordinador de Cooperación Sanitaria (COSA).

Tu primera experiencia en cooperación, ¿Cómo surgió?

Fruto de la casualidad y la intuición. Al enterarme del golpe de estado del 79 en nuestra antigua colonia Guinea Ecuatorial, se me ocurrió mandar mi currículo al Ministerio de Sanidad de España. A los dos meses me seleccionaron y pasé tres años de cooperante en ese país.

De todas tus experiencias en entornos desfavorecidos, ¿La más dura?

Todas son diferentes, pero todas tienen momentos duros y momentos gratificantes. Es difícil destacar una. Si tengo que elegir sería esta última en Bangladesh, quizás por ser la más próxima o por la extrema pobreza que se vive allí.  No tienen agua corriente, comen de la basura o de frutas que recolectan… La sanidad pública es muy deficiente a pesar de que la sanidad privada tiene un extraordinario desarrollo. Hay grandes desigualdades sociales, donde la mayoría es extremadamente pobre y unos pocos muy, muy ricos.

De los pasos dados, ¿Qué errores evitarías y qué aciertos repetirías?

Todos comentemos errores, hasta los más sabios, pero de ellos se aprende mucho. Quizás el mayor fue participar en un proyecto mal diseñado y peor desarrollado, no lo repetiría nunca. En cuanto a aciertos, el mayor fue descubrir el mundo de la cooperación tan joven, cuando en España aún apenas estaba empezando.

¿Crees que tu formación universitaria y MIR te ha preparado para tu desempeño profesional en cooperación? ¿Qué has echado en falta?

En los planes de estudio de mi época no se contemplaba formación en medicina tropical; tuve que devorar libros sobre paludismo, filaria… Además, en un mundo globalizado y con la creciente proliferación de organizaciones sanitarias solidarias se hace necesario formar a los alumnos de Medicina en consonancia con la idea de Salud Global, One Health* Y no sólo es una necesaria una preparación teórica, también emocional y psicológica. Enfrentarte a la dura realidad de estos contextos provoca una tormenta de emociones pero una buena formación en inteligencia emocional te ayuda a gestionarlo adecuadamente.

Lecciones aprendidas de tus experiencias, ¿Qué aplicarías a nuestra medicina occidental?

Siempre se aprenden cosas de las actuaciones ancestrales de estos contextos, muchas veces envueltas en tintes mágicos. Por ejemplo, en algunas tribus de Guinea Ecuatorial calculan el tiempo de inmovilización de una fractura de tibia en base a lo que tarda en andar un pollo al que le parten la pierna el mismo día en una ceremonia que realiza el chamán. También aprendí las cualidades antisépticas y desbridantes de la papaya para las ulceras. Aunque no son aplicables en la medicina occidental.

¿Y en tu vida personal como ser humano?

Como ser humano me ha regalado un sinfín de sensaciones. He aprendido que desde la humildad de un granito de arena se construye un mundo mejor.

Me refiero a si ha cambiado tu forma de vivir en el mundo occidental, tus hábitos o tu forma de relacionarte con los demás o afrontar el día a día…

Claro que ha cambiado; consumo mucho menos, menos caprichos, recordando las carencias de otros lugares. Aunque al final estamos obligados a disfrutar de cosas innecesarias, contaminados por nuestra visión occidental; aquí estoy tomando un café contigo frente al mar. Pero sí que ahora percibo estas cosas como lujos.

En cuanto a mi relación con los demás, en mi forma de afrontar la vida relativizo mucho más las cosas. Nos ahogamos en problemas que muchas veces no son tales.

O sea, que te agobias menos.

Por supuesto, mucho menos; la clave está en relativizar las situaciones.

La próxima misión: ¿Cuándo y dónde?

Tras unos días de recuperación me centraré en mi trabajo en nuestra ONG Unamia. Actualmente desarrollamos un proyecto de apoyo a pacientes diabéticos en Malabo y queremos comenzar nuevos proyectos para los que necesitamos el apoyo de nuevos socios y colaboradores. Quien esté interesado puede visitar nuestra web Unamia.org

Para finalizar, ¿Algún consejo para futuros cooperantes?

Primero que no dejen de salir a terreno, que no tengan miedo. Que se formen adecuadamente, tanto técnica como psicológicamente. Y finalmente que elijan siempre unirse a proyectos serios y bien estructurados

 

* One Health, una sola salud. Enfoca la salud como un equilibrio entre el ecosistema, los seres humanos, animales y plantas, que están estrechamente relacionados y son interdependientes.

 

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