Gaceta Científica
Cómo diagnosticar y tratar la congestión venosa en la insuficiencia cardíaca
La insuficiencia cardíaca (IC) es un síndrome clínico caracterizado por retención renal de sal y agua debido a una disfunción cardíaca.
Aproximadamente el 70% del volumen sanguíneo está contenido en la circulación venosa sistémica.
Debido a sus paredes delgadas y su alta distensibilidad, las venas pueden dilatarse y adaptarse a grandes aumentos del volumen sanguíneo con poco o ningún aumento de la presión intravascular.
Sin embargo, eventualmente, una vez que se agota la capacidad amortiguadora del sistema venoso sistémico, la presión venosa aumentará, lo que provocará un aumento en las presiones de llenado auricular y ventricular izquierdo y tensión en la pared y una mayor secreción de péptidos natriuréticos que deberían promover la excreción de sal y agua, con lo que limitar o revertir la congestión.
Cuando el sistema del péptido natriurético se ve abrumado, la congestión empeora y se desarrolla el síndrome de insuficiencia cardíaca.
El aumento de la presión venosa sistémica conduce a una mayor trasudación de agua hacia los tejidos, y cuando ésta excede la capacidad de eliminación linfática, los órganos y tejidos se vuelven edematosos y se desarrollan síntomas y signos.
Un aumento de la presión venosa pulmonar provocará problemas similares en el pulmón.
Por lo tanto, se puede hacer un diagnóstico de insuficiencia cardíaca con confianza cuando hay evidencia de disfunción cardíaca asociada con un aumento de los péptidos natriuréticos y evidencia de congestión venosa pulmonar y/o sistémica.
La ecocardiografía puede identificar o excluir fácilmente la presencia de anomalías cardíacas estructurales o funcionales; la evaluación de los aumentos patológicos tempranos del volumen circulatorio es más difícil.
La mayoría de los pacientes con insuficiencia cardíaca son ancianos: es posible que muchos no se esfuercen lo suficiente como para quedarse sin aliento o aprender a evitar el ejercicio que los deje sin aliento.
Ellos, o sus médicos, pueden atribuir la dificultad para respirar y la inactividad a la vejez o a una enfermedad pulmonar o articular comórbida.
Muchas personas mayores tienen hinchazón de los tobillos, pero no necesariamente refleja hipertensión venosa debido a una disfunción cardíaca.
Las causas comunes alternativas incluyen antagonistas del calcio dihidropiridínicos, alfabloqueantes y tiazolidinedionas, insuficiencia venosa o celulitis.
El uso empírico de diuréticos de asa para controlar el edema está muy extendido.
Para los pacientes con congestión, los diuréticos pueden disminuir el volumen sanguíneo y mejorar los síntomas, pero potencialmente retrasan la identificación de la insuficiencia cardíaca.
Para los pacientes que no están congestionados, los diuréticos pueden activar los sistemas neuroendocrinos con consecuencias nocivas.
Acceso al documento pulsando aquí.